
Nombre en Español: Cucarachero de Apolinar
Nombre en ingles: Apolinar’s Wren
Nombre científico: Cistothorus apolinari
Familia: Troglodytidae
El cucarachero de pantano o chirriador (Cistothorus apolinari) es una especie de ave de la familia Troglodytidae , endémico de la Cordillera Oriental de los Andes de Colombia.

Hábitat
Su hábitat son las orillas de las lagunas, los pantanos, humedales, praderas inundables, pastizales cerca de los cuerpos de agua y parches de arbustos en áreas pantanosas, entre los 2.500 y 4.000 metros de altitud. Por lo general se oculta en zonas pantanosas y cañaduzales, entre las eneas (Typha latifolia), juncos (Scirpus californicus), arbustos pequeños, como el hipérico (Hypericum perforatum) o bejucos enanos (Chusquea).2 Está amenazado por pérdida de hábitat. En Peligro Critico (CR)
Descripción
En promedio mide 12,5 cm de longitud.3 Es de color marrón, más oscuro en la cabeza, con parches color gris alrededor de los ojos; rayas oscuras en el dorso; la garganta, el pecho y el abdomen de color blancuzco a anteado y cola rojiza.
Su canto se compone principalmente de notas bajas, con un sonido característico de twii y hace un llamado territorial que suena como tchorr.
Se alimenta de arañas e insectos.

Reproducción
Las temporadas de anidación son en marzo y agosto. Construye un nido de forma ovalada, con hojas secas o paja por fuera y con flores, hojas y material vegetal con vellosidades, en el interior, con una sola entrada, sobre los juncos o bejucos.
Subespecies
- C. a. apolinari: Sabana de Bogotá, Laguna de Tota.
- C. a. hernandezi:4 Páramo de Sumapaz, Páramo de Siscunsí (Sogamoso), Sierra Nevada del Cocuy.6

Libro Rojo de Aves de Colombia Vol. II
Ecología
Las dos subespecies de Cistothorus apolinari habitan humedales y lagunas de la cordillera Oriental entre 1800 y 3600 m. C. a. apolinari se encuentra en el altiplano cundiboyacense entre 2550 y 2700 m (3015 en el Lago de Tota), mientras que C. a. hernandezi se distribuye a elevaciones más altas (3600-3900 m) discontinuamente en los páramos del oriente del altiplano incluyendo (de sur a norte) Sumapaz, Usme-Pasca, Siscunsí, Ocetá , PNN Pis-ba, Sierra Nevada del Cocuy, Güicán y Chita (Stiles y Caycedo 2002; Hernández-Jaramillo 2008; Espinosa-Blanco et ál. 2009; Zuluaga-Bonilla et ál. 2010). Sin embargo, recientes datos de secuencias de dos genomas distintos (mitocondrial y nuclear) en muestras del cu-carachero de pantano, Cistothorus apolinari apolinari, y del cucarachero de páramo, Cistothorus apolinari hernandezi, sugieren que se trata de la misma unidad taxonómica y no de dos subespecies distintas.
Las dos subespecies difieren en el uso de hábitat. C. a. apolinari está asociado a humedales con parches densos de junco (Schoeno-plectus californicus) de alto porte (2 m, Mo-rales-Rozo y De La Zerda 2004) en aguas de 1 m de profundidad, con enea (Typha latifolia) en menor cantidad (Macana 2007; Morales-Rozo et ál. 2007) y pequeños arbustos desde los que canta y busca insectos. El uso de los juncales en los humedales de Bogotá es muy pronunciado, (ABO-BLI, datos no publicados del proyecto “Conservación de las Aves Acuáticas y Migratorias de los Humedales de la Ciudad de Bogotá”). Por su parte, C. a. hernandezi se encuentra en los páramos empantanados y se asocia con vegetación típica de esas elevaciones (Diplostephium revolutum, Chusquea tessellata, Hypericum lycopodioides, H. laracifolium y Espeletia spp.), con cobertura de Sphagnum en el suelo en donde forrajea (Borrero 1953; Stiles y Caycedo 2002; Morales-Rozo y De La Zerda 2004; Espinosa-Blanco et ál. 2009; Zuluaga-Bonilla et ál. 2010). C. a. hernandezi a veces forrajea lejos de lagos y cuerpos de agua, aunque siempre asociado con terreno pantanoso o muy húmedo (Stiles y Caycedo 2002), pero con profundidades inferiores a las de C. a. apolinari (<1 m, Morales-Rozo y De La Zerda 2004).
El Cucarachero de Apolinar vive en grupos de 2 a 12 individuos. Estos grupos incluyen machos, hembras y juveniles y son bastante estables y sedentarios. Los grupos se componen de una pareja reproductora y un número variable de ayudantes, que cooperan en la alimentación de los pichones y en la defensa de territorios (Stiles y Caycedo 2002; Morales-Rozo y De La Zerda 2004).
Esta especie no parece tener capacidad de colonizar nuevos humedales. En las gravilleras abandonadas del río Siecha que fueron explotadas en las décadas de 1980 y 1990 (Van der Hammen et ál. 2008) se han establecido juncales y otras especies de aves de humedal amenazadas (Rallus semiplumbeus, Oxyura jamaicensis), pero el Cucarachero de Apolinar no ha colonizado (Morales-Rozo y De La Zerda 2004; L. Rosselli obs. pers.). Por otra parte, otra evidencia que sugiere que la especie tiene poca movilidad es una pequeña población de 3 individuos observados por primera vez en 1991 que había sido reducida a un macho en el 2001 en un juncal de 2500 m2 seco e invadido por pasto kikuyo cerca de Tabio (Cundinamarca), el cual era probablemente remanente de un área y población más grandes.
Aunque Borrero (1953) comentó que las poblaciones de C. apolinari de la Sabana de Bogotá estaban asociadas a humedales rodeados por alisos (Alnus acuminata), el hecho de que todavía haya poblaciones en humedales en donde ya no hay alisos indica que el junco es más importante para su supervivencia (Morales-Rozo y De La Zerda 2004).
C. a. hernandezi anida a 90-165 cm del suelo en chuscales densos de 1-2 m de altura do-minados por Chusquea tesellata y Sphagnum sp. cerca de lagunas. En el páramo de Siscunsí en diciembre de 2009 se encontraron 3 nidos situados en C. tesellata, a una altura de 165 cm, construidos a una distancia de 10 a 12 m del cuerpo de agua.
Los nidos de C. a. apolinari se encuentran en juncos y son mucho más escondidos y difíciles de encontrar (Stiles y Caycedo 2002; Morales-Rozo 2005). En el humedal de Jaboque, Benítez-Castañeda (2004) y Zerda et ál. (2005) observaron nidos y una pareja en el proceso de construcción. Algo similar se observó en el humedal La Conejera, en una de las lagunas habilitadas desde el año 2007. No obstante, ninguno de los nidos tuvo éxito, en el primer caso al parecer por per-turbación humana y en el segundo por hallarse en inmediaciones de una zona donde abundaban las garzas del ganado (Bubulcus ibis). En ambos nidos se hallaron evidencias de parasitismo por chamones (Molothrus bonariensis) que se mantenían posados entre la vegetación circundante (Benítez-Castañeda 2004; Castro et ál. 2007; J. Castro, datos no publicados; H. Benítez-Castañeda y J. Castro, datos no publicados.).
La subespecie hernandezi es relativamente común en el hábitat apropiado, mientras que C. a. apolinari resulta muy localizada y está en disminución en los humedales en donde aún persiste. Su poca movilidad, la estabilidad de los grupos y los hábitos se-dentarios lo hacen vulnerable a cualquier deterioro de los juncales y humedales. Las poblaciones más grandes están en cuerpos de agua grandes como Cucunubá (3000 ha) y Tota (6000 ha), pero se pueden encontrar poblaciones remanentes en juncales de unos pocos metros cuadrados (L. Rosselli obs. pers.).
Poblaciones
Las poblaciones de C. a. hernandezi parecen ser más densas (3-6 ind/ ha) y los grupos más grandes (5-12 individuos) que las de la subespecie apolinari (Stiles y Caycedo 2002; Espinosa-Blanco et ál. 2009; Zuluaga-Bonilla et ál. 2010). Morales-Rozo y De La Zerda (2004) encontraron 73 individuos de C. a. hernandezi en los alrededores de las lagunas de Chisacá y La Virginia. En 2008 A. Hernández contó 86 individuos en 14 parches dominados por D. revolutum y C. tessellata en los cerros de Usme-Pasca, lo cual constituye la población más grande de C. a. hernandezi. En el parque de Pisba se registró en 2008 y 2009 un promedio de 30 individuos en cercanías de las lagunas de Los Patos y de Socha, pero la población probablemente es más grande, ya que hay bastante hábitat disponible en la parte paramuna con humedales y lagunas dentro del parque (J. E. Zuluaga-Bonilla obs. pers.). En búsquedas entre los años 2004 y 2010 en la parte intermedia de la distribución en el macizo de Chingaza y los páramos de Berlín, Susacón, Soatá, Tipacoque, Guerrero, Telecom y Merchán, C. a. hernandezi no ha sido registrada (A. Hernández obs. pers.).
Las poblaciones de C. a. apolinari que existían en el Distrito Capital (humedales de Tibanica, Juan Amarillo y La Conejera) han disminuido. En 2010 en Tibanica solo quedaba un grupo con 2-3 individuos de los cinco grupos encontrados por Morales-Rozo y De La Zerda (2004), en Juan Amarillo queda un grupo y en la Conejera uno de los dos encontrados por las mismas autoras en 2000. Esto arroja densidades poblacionales de 0.26, 0.04 y 0.09 ind/ha respectivamente (Rosselli y Stiles 2012). En 2007 Calero et ál. (2007) habían registrado tres parejas en La Conejera. Los grupos están ubicados en áreas específicas del humedal y son muy fieles al lugar, siempre asociados al junco S. californicus. En la laguna de la Herrera no se ha registrado recientemente (Morales-Rozo y De La Zerda 2004; L. Rosselli 2011) a pesar de que hay registros anteriores. En el humedal de La Florida sobreviven tal vez dos parejas registradas en los dos últimos años (Benítez-Castañeda obs. pers.). La población más grande en la Sabana de Bogotá posiblemente está en el humedal de Gualí-Tres Esquinas (140 ha) que rodea el pueblo de Funza por el sur y el oriente, el cual puede tener más de 20 individuos (L. Rosselli 2011). H. Benítez-Castañeda registró tres a cuatro parejas en el humedal Jaboque (Distrito Capital) en 2004 y nuevamente en diciembre de 2005, pero no hay nuevos registros para este humedal (H. Benítez-Castañeda obs. pers.; Rosselli y Stiles 2012). En el resto de humedales distritales y cerca de 20 humedales rurales de la Sabana de Bogotá que se han visitado y donde hay otras especies amenazadas de aves acuáticas, no se ha registrado C. a. apolinari. En estudios recientes en el curso alto del río Bogotá no se registró la especie en el río ni humedales asociados (Rosselli et ál. 2014).
Las poblaciones más importantes de C. a. apolinari están en la laguna de Fúquene, en don-de Morales-Rozo et ál. (2007) calculan que hay cerca de 200 individuos y en el Lago de Tota en donde D. C. Macana y J. E. Zuluaga-Bonilla (da-tos no publicados) estiman una población de 356 individuos. La especie no se ha encontrado en la Laguna de Palacio y en el 2003 se registraron 7 individuos en Cucunubá (Morales-Rozo et ál. 2007).
Amenazas
Las dos subespecies de C. apolinari enfrentan diferentes tipos de amenazas. Mientras que C. a. apolinari está en una situación más crítica por la reducción de hábitat y contaminación de los humedales en el altiplano, C. a. hernandezi está sujeta a la fragmentación y deterioro de los páramos por cultivos, principalmente de papa y por cría de ganado, quemas, tala de D. revolutum para fogatas, explotación de minas de carbón, desecación notoria de los cuerpos de agua y conflicto armado. Por ejemplo en la cuenca de las quebradas Hoya Onda y la Leona (3100-3650 m) de 1380 ha, 480 están destinadas a cultivo de papa y cría de ganado.
Aunque no hay datos, existe la posibilidad de que el cambio climático global afecte las poblaciones de páramo como se sospecha que ha afectado algunas especies de alta montaña en la Sabana (L. Rosselli obs. pers.).
A la entrada del PNN Pisba, se está explotando intensivamente una mina de carbón, la cual está vertiendo sus residuos a los cuerpos de agua que hacen parte del parque, por lo cual el hábitat de esta especie se puede ver comprometido (J. E. Zuluaga-Bonilla obs. pers.).
El Páramo de Siscunsí soporta actividades de agricultura, ganadería y ecoturismo. Además, en diciembre de 2009 se comenzó a explotar recebo intensivamente para la construcción de una vía cerca al municipio de Sogamoso, lo que afecta el hábitat del cucarachero (Zuluaga-Bonilla et ál. 2010). En la Sabana de Bogotá en donde es común Molothrus bonariensis (Villaneda y Rosselli 2011), existen varios registros de parasitismo de cría en C. a. apolinari (Velásquez-Tibatá et ál. 2000; Benítez-Castañeda 2004; Castro et ál. 2007). Este fenómeno probablemente ha contribuido a la disminución de las poblaciones en los humedales de La Conejera y Tibanica. En el Lago de Tota se han registrado algunos individuos de M. bonariensis desde 2007, aunque hasta la fecha no se ha observado parasitismo (J. E. Zuluaga-Bonilla y
D. C. Macana obs. pers.). El dragado y la erradicación de vegetación acuática exótica en la Laguna de Fúquene sin previa evaluación o monitoreo de la avifauna ha generado la apertura de nuevos canales y por ende la eliminación de pequeños par-ches de junco en donde se encontraban los cucaracheros (H. Benítez-Castañeda y M. Patiño obs. pers.). En la misma laguna el corte de junco y la quema, actividades que se hacen constantemente y sin el debido control, pueden afectar las poblaciones (A. Morales-Rozo et ál. 2007; H. Benítez-Castañeda y M. Patiño obs. pers.), al igual que en Tibanica en donde en 2009 y enero de 2010 vándalos prendieron fuego al juncal (L. Rosselli obs. pers.; A. Morales-Rozo obs. pers.). Otra amenaza potencial para las muy reducidas poblaciones en el Distrito Capital y de otras partes de la Sabana de Bogotá es el aumento en el ecoturismo de observación de aves en los últimos años. La comunicación entre investigadores y guías (que con frecuencia son los mismos) informa sobre los puntos exactos en donde se encuentran las pocas parejas remanentes y los turistas son llevados a esos puntos en los que irritan a las aves con grabaciones para que salgan y sean observadas, lo cual puede traer efectos negativos (Sekercioglu 2002). Otro evento que parece haber afectado las poblaciones de La Conejera y Tibanica es el establecimiento de grandes garceros de Bubulcus ibis justo en los sitios en donde había cucaracheros, lo que ha causado su desaparición (G. Galindo com. pers.; A. Morales com. pers.). De hecho, en 2007, Castro, Benítez-Castañeda y Patiño, evidenciaron que un nido fue estropeado por una colonia de B. ibis en el humedal La Conejera, debido a que grandes números de esta garza utilizan los juncales como percha de reposo.
En el humedal de Gualí, la CAR hizo un dragado del borde durante 2009 lo cual puede afectar las poblaciones, además de que varias industrias vierten sus aguas residuales al humedal (El Tiempo 2009) ya bastante contaminado. Este tipo de intervenciones, incluyendo algunas en los humedales distritales como el de Juan Amarillo, que están encaminadas a mejorar hábitats que no son tan importantes para C. apolinari, como los espejos de agua, pueden afectar las precarias poblaciones del cucarachero y deben hacerse con sumo cuidado y conocimiento de la localización de los pocos individuos remanentes.
Las parejas residentes en el humedal Jaboque entre 2003 y 2004 desaparecieron aparentemente a causa de la perturbación por actividades humanas (H. Benítez-Castañeda 2004); en este contexto, puede inferirse que la invasión de la ronda por construcciones legales e ilegales, el depósito de basura y escombros, la construcción de un colector subterráneo de aguas servidas, la presencia de animales domésticos y otrora la quema de madera para la obtención de carbón, dieron lugar a la pérdida de hábitat del cucarachero en este humedal. En el humedal La Florida, las actividades de extracción de vegetación acuática de la laguna y el aumento de construcciones en otro sector que no está protegido ha causado que los cucaracheros se limiten a pequeños parches de junco y enea, en una zona fragmentada del humedal en el costado que limita con el río Bogotá, situación que disminuye la calidad del hábitat de la especie para este humedal en donde sobreviven al menos dos parejas (H. Benítez-Castañeda obs. pers.).
En el Lago de Tota, las quemas de juncales para expansión de potreros y cultivos de cebolla larga, así como la cacería con cauchera para consumo humano, pueden incidir de manera negativa sobre la población de esta ave (J. E. Zuluaga-Bonilla y D. C. Macana obs. pers.). Una situación similar ocurre en la Laguna de Fúquene. Dado que la reducción de hábitat es más severa en el altiplano y las poblaciones de la Sabana de Bogotá son más pequeñas y por lo tanto más vulnerables, es posible que el riesgo de amenaza de la subespecie apolinari sea más crítico que el de hernandezi (Cadena 2003).
Los recientes datos genéticos que implican niveles de variabilidad extremadamente bajos pueden indicar poblaciones diezmadas y bajo fuertes efectos antrópicos y posibles cuellos de botella, lo cual representa una amenaza adicional.
Medidas de conservación tomadas
Los humedales del Distrito Capital han mejorado su situación de conservación gracias al manejo mediante convenios de administración apoyado por la EAAB en convenio con la Secretaría Distrital de Ambiente. Este manejo incluye cerramientos en funcionamiento en algunos humedales y su construcción en otros, vigilancia y monitoreo de la vida silvestre. Sin embargo los contratos de administración son muy limitados en recursos y tiempo (tienen duraciones de menos de un año) y los humedales quedan sin protección duran-te las temporadas de meses entre la terminación de un contrato y el inicio del siguiente. Parte del páramo de Siscunsí (5887 ha) en el municipio de Sogamoso (Boyacá), en don-de la especie fue registrada en 2006, es un área natural protegida (Reserva Municipal Siscunsí) (Espinosa-Blanco et ál. 2009). Las poblaciones de Pisba, Chisacal y Cocuy están protegidas en los PNN Sumapaz, Pisba y Cocuy, Güicán y Chita respectivamente. Estas poblaciones aparentemente están en buen estado ya que no hay Molothrus bonariensis en estas elevaciones, su hábitat no está alterado y no se planea llevar a cabo actividades que pudieran afectarlo, aun-que la protección no está total-mente garantizada. En 2008 en el área Usme-Pasca, el Sindicato de Productores de Bogotá, SIN-TRAPARB, con asesoría de la Secretaría Distrital de Ambiente delimitó y declaró un área especial para la conservación de C. apolinari, lo que a corto plazo evita la intervención de la zona para cultivos de papa o ganadería (Hernández-Jaramillo 2008).
Medidas de conservación propuestas
La medida más urgente con respecto a C. a. apolinari es la conservación de las poblaciones conocidas y existentes, y de su hábitat, en particular las de humedales como Gualí en las que no hay acciones de conservación ni estudio por parte de las autoridades ambientales. Este humedal en Funza ha revelado una gran importancia con respecto a la conservación de las dos especies de ave endémicas y amenazadas de la Sabana de Bogotá (Rallus semiplumbeus y C. apolinari). Sería deseable que la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, en conjunto con la alcaldía municipal desarrollaran planes de manejo que incluyan el objetivo específico de cuidado y seguimiento de sus poblaciones.
Todos los autores coinciden en la importancia del control de Molothrus bonariensis. sin embargo, faltan estudios sobre la forma más efectiva para realizar el control.
Los planes de manejo de los pocos humedales distritales con presencia del Cucarachero de Apolinar deberían tener me-didas y objetivos específicos para el aumento y mantenimiento de sus poblaciones. Ya que la que-ma de los humedales distritales no es un fenómeno raro (además de Tibanica también se presenta en Techo (L. Rosselli obs. pers.), sería importante que el manejo incluya un plan de capacitación, prevención, control inmediato y recuperación para estos eventos.
Aunque no está compro-bada la capacidad de colonización de C. a. apolinari, la siembra y cuidado de parches de S. californicus en cercanías de sitios conocidos de la presencia de la especie podría ayudar al aumento de poblaciones.
Espinosa-Blanco et ál. (2009) sugieren la expansión del área protegida de la Reserva Municipal de Siscunsí en Sogamoso a los municipios de Aquitania, Mongua y Monguí, en donde todavía hay hábitat apropiado para la especie.
BioEscuderos

Apolinar’s wren
The Apolinar’s wren (Cistothorus apolinari) is a passerine bird in the Troglodytidae family. It is endemic to the Andeanareas of Colombia. Its natural habitats are subtropical or tropical high-altitude grassland (between 2500 and 4000 metres altitude), freshwater lakes, and freshwater marshes. It is threatened by habitat loss. Its Spanish common name is cucarachero de pantano (literally: swamp cockroach hunter).
This bird is small, (near 13 cm length) with brown head, grey patches around the eyes, streaked dark back and reddish tail.
Its singing is composed mainly of low notes, with a characteristic sound of twii and territorial calls sounding like tchorr. The bird feeds on spiders and small insects. Usually it hides in swamps and reed fields with presence of espadaña plants (Typhaceae) and juncales (Scirpus californicus). The nesting seasons are in March and August.
The common name and scientific name commemorate the Colombian monk Brother Apolinar Maria (1877-1949) who was also an ornithologist.[

Wikipedia/eBird/xeno-canto